Historia del comercio | Joan Anton Maragall (Sala Parés)

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Ninguna otra galería puede decir que ha sobrevivido a tres pandemias –el cólera, la gripe española, la cóvid-19–, una guerra civil –la del 36– y varias crisis económicas. Y es que estamos ante la galería más longeva de España y el primer espacio artístico permanente de la ciudad. Por sus salas han pasado algunos de los artistas más destacados de la historia del arte catalán: la vida y obra de Rusiñol, Cases y Clarassó corre en paralelo a la historia de la galería. Durante décadas, visitar la Sala Parés cada domingo formó parte de todo un ritual semanal que empezaba en la iglesia del Pi y terminaba en alguna de las chocolaterías de la calle Petritxol. Allí, además de las exposiciones, se hacían conciertos y conferencias.

Todo empezó en 1840, cuando el sr. Joan Parés abrió una tienda dedicada a la venta de grabados, láminas, marcos y material para artistas en la calle número 3 de la misma calle Petritxol. Fue la familia Serrahima, propietaria del edificio, quien animó al sr. Parés a exponer obra original. La muestra inaugural, celebrada en 1871 en la parte trasera del establecimiento, participaron artistas como Ramon Martí Alsina, Modesto Urgell o Joaquim Vayreda.

La sala, tal y como la conocemos hoy, se remonta al año 1884, momento en que se ampliaron las dependencias para convertirse en uno de los espacios de exposición más amplios y luminosos de Europa. Debemos imaginar las paredes llenas de cuadros desde arriba hasta abajo, a tres alturas, con un gran número de esculturas y con una duración semanal. La visita dominical se convirtió en el pasatiempo preferido de la burguesía de la época. Así, se convirtió en centro cultural barcelonés de referencia.

La primera muestra de los artistas modernistas Santiago Rusiñol, Ramón Casas y Clarasó con obras de influencia parisina marcó un punto de inflexión. Después, vinieron artistas como Joaquim Mir, Isidre Nonell o Hermen Anglada Camarasa. También un jovencísimo Pablo Picasso expuso por primera vez. En los años siguientes, pasaron por sus salas obras de Joaquim Torres Garcia, Joaquim Sorolla, En 1925, vivió un momento de inflexión, con el traspaso de la familia Parés a la familia Maragall, seguido de una reforma que amplió y modernizó las salas. 

Enlazando modernidad y tradición, junto a Rusiñol y Casas expusieron artistas de la nueva hornada como Ricard Canals o Llorenç Artigas y, algunos años más tarde, Manolo Hugué, Joaquim Mir, Pablo Gargallo. Con la llegada de los movimientos de vanguardia de la década de los cincuenta, la Sala Parés seguirá apostando por las nuevas generaciones que renuevan la línea realista. Así es patente la distintiva voluntad de la Sala Parés de conjugar la tradición con los artistas más rompedores. A día de hoy, es una galería tan clásica como contemporánea sensible a los acentos que la conectan con la tradición y al mismo tiempo abierta a otras corrientes. Actualmente, se pueden encontrar pintores y escultores que trabajan la figuración, la abstracción o artistas que utilizan otros medios como la fotografía o el videoarte.

Reflejo de la voluntad de unir pasado y presente fue la remodelación del año 1988 en manos de los arquitectos Miquel Espinet y Antoni Ubach, donde combinan elementos estructurales originales con añadidos de influencia posmoderna. La nueva planta superior acogerá años más tarde la Galería Trama, por la que pasaron artistas como Robert Llimós, Marcos Palazzi o Santi Moix.

Sala Parés – Dominika Berger

¿Quién es Dominika Berger?

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Soy de Cracovia, Polonia, llegué a Barcelona en 2000 para cursar unos estudios de Doctorado en Bellas Artes en la Universidad de Barcelona. Con el paso de los años, me fui sintiendo cada vez más cómoda y voy prolongando mi estancia. Cracovia es un poco como Barcelona, ​​una ciudad muy atractiva y con mucha historia.

Cuando llegué todavía no conocía bien el idioma. Mi llegada se convierte en un desafío, pero a la vez me permite centrarme más en mi arte. Tener ambas culturas, es algo que enriquece. Llevo el mundo polaco, que siempre es muy complicado porque la cultura del norte lleva dentro una vida rasgada. Puede verse en la literatura. Cuando llegué, no podía dejar la literatura, Dostoievsky o Tolstoi. Necesitaba ese conflicto porque aquí todo parecía más tranquilo. Llegué en diciembre y, casi sin darme cuenta, me salté un invierno: en Polonia, en invierno dura de noviembre hasta marzo, siempre nieva, la temperatura está a -20º y oscurece a las cuatro . “Fue como si alguien arrancara una página de mi vida”. Vi una posibilidad de crear con mayor facilidad, aprovechar el día y el sol.

Con el tiempo, mi pintura va evolucionando. En Polonia, hay muy buenos escritores pero no muy buenos pintores. Es una pintura muy ligada a la historia, el proceso de aprendizaje se basa en que seas un buen artesano. Por eso, pocos se atreven a experimentar, arriesgar. En Barcelona es diferente, aquí nadie se copia. Al llegar, se abrió un camino nuevo. Empezó a pintar caras, a la vez realistas y abstractas, hilo conductor de mi pintura hasta la fecha. Primero, busco con tanta determinación la plasmación de la cara que empiezo estampando mi cara directamente sobre la tela. Cada cuadro es algo totalmente nuevo. Últimamente, tomaron protagonismo los pelos, convertidos en un trazo pictórico, en una línea.

Mi relación con las galerías surge de forma súper natural. Empiezo presentándome a concursos de pintura, justo en el momento en que mis hijos son pequeños y no puedo pintar tanto. En muchos, me seleccionan y empiezo a exponer. Y a partir de ganar estos premios, salen las primeras exposiciones y los galeristas comienzan a interesarse por mi pintura.

Sala Parés – Dominika Berger

Dominika Berger

Dominika Berger
Recuerdo
2021
Mixta sobre lienzo
100×83 cm

La obra escogida es una obra nueva porque con las obras nuevas tienes una relación especial. Muestra uno de los temas que más me interesan: el rostro femenino. Es una cara muy reconocible, pero al mismo tiempo tiene ese elemento que la hace abstracta. También fusiona dibujo y pintura. Para mí esta mezcla transmite más expresión, es para mí mi forma de trabajar y una necesidad.

Artistas y comerciantes son dos elementos indispensables en la naturaleza que se compensan absolutamente. El artista no podría vivir sin los demás agentes y para un tendero, el arte, que no es sólo material, que no es sólo explicar, le aporta algo nuevo, aunque sólo sea la sorpresa de “existe algo así , no existe sólo lo práctico”. Es casi como algo de niños.

Dominika Berger