Historia del comercio | Mari Carmen Márquez (Joieria Petritxol)
Desde el primer momento que lo tuvieron claro. Querían mantener un estilo de joyería basado en la artesanía con piezas pensadas para cada cliente, lejos de algunas corrientes que apuestan por piezas de marca y/o prefabricadas muy estandarizadas. Son piezas singulares y específicas para cada cliente en una firme apuesta por la calidad y diseño personalizados y vanguardistas. Por eso, detrás de cada joya hay una historia personal llena de emociones y sentimientos que se convierte en recuerdo perenne de los momentos más importantes.
Trabajan con los joyeros más profesionales y con una herencia de técnicas tradicionales, evitando el diseño y las impresiones 3D, unos oficios que están desapareciendo ante nuevas formas de trabajar mucho más industrializadas, con joyas prefabricadas con un molde y realizadas con materiales sintéticos creados en el laboratorio.
Éste es un trabajo muy gratificante pero exigente en cuanto a dedicación. Pues cada pieza es única y es necesario dedicarle tiempo y atención. Implica también cierto riesgo y confianza, ya que el cliente ve la alegría una vez terminada. Todo comienza con un esbozo, que se puede retocar a gusto del cliente. Después pasa por una serie de artesanos que le dan la forma deseada: el joyero que trabaja la materia prima, el pulidor que da los acabados, los canteros, los clavadores y de nuevo por el pulidor y, si es necesario, un grabador. Con frecuencia, el resultado final supera con creces el dibujo inicial. “No puedo creer que esto lo hayan hecho unas manos”, confesó entusiasmado al último cliente al ver la joya, inspirada en piezas antiguas. «Crear esta emoción no tiene precio». Y es que han visto tantas alegrías que tienen para escribir un libro.
¿Quién es Jaime Serra?
Siempre quise dedicarme a la poesía como oposición a la burocracia, porque en la vida o te dedicas a la poesía o a la burocracia y, para mí, la burocracia es la muerte. Pero es un sufrir. Y es a partir de esa idea cuando llego al periodismo. Yo en ese momento hacía ilustraciones para agencias de publicidad y para prensa, entonces todavía no había Internet y tenías que ir a cada sitio con los dibujos. En uno de estos encuentros, en 1986, en un diario me preguntaron si no conocía a nadie que pudiera hacer infografías. Yo no tenía ni idea de que es lo que buscaban, pero ellos tampoco. La infografía se estaba empezando a construir justo en ese momento. A finales de los ochenta habían salido los Macs y USA Today acababa de sacar su diario, que fue un punto de inflexión en el campo de las infografías.
Allí en la redacción vi un Mac y dije que yo era la persona que necesitaban, quizás porque no había nadie más, me dieron el trabajo. Aquí es donde descubrí el periodismo, que iba mucho con mi forma de ser: por la mañana empiezas una cosa y por la noche ya está terminada. Y así me encontré con los comienzos de un oficio que no existía: la infografía. Participar en construir un vehículo de comunicación me parecía fantástico, allí podía abocar mis intereses. Como todavía no había muchos profesionales, pronto fui el redactor jefe de El Periódico. De allí me fui a Argentina y seguí mi vida profesional.
Mi singularidad dentro de esta profesión es que me interesaba el arte, o formas y conceptos que tenían más que ver con las artes. Hasta que llega un momento en que lo desbordo. Por eso hace unos cuatro años dejo La Vanguardia y dejo el periodismo. Aún utilizo la infografía pero desde el arte contemporáneo. Lo que he hecho con la infografía es poner al sujeto por delante. La infografía es en principio algo aséptico que explica una realidad objetivable y yo tomé el camino contrario, poniéndome como autor y contando historias en primera persona. Soy yo quien decido los temas y lo que represento, siempre es información que pertenece a mi vida íntima. Yo soy un individuo más y todo el mundo puede verse reflejado.
Hoy en día, la infografía, llamada ahora “diseño de la información” está en su momento dorado, la visualización de datos, el Big Data es el futuro. Uno de los problemas que tienen ahora las grandes empresas que recolectan datos es que tienen tantas que no pueden visualizarlas. Y aquí la infografía es clave.
Jaime Serra
Jaime Serra
Kate Moss y Barack Obama según su propia percepción
2022
Impresión mirror sobre metacrilato
40 x 43 cm
La obra escogida toma como punto de partida el homúnculo de Penfield. Penfield era un neurocirujano que en los años cincuenta aprovechando las intervenciones cerebrales, preguntaba a sus pacientes que sentían cuando tocaba un punto concreto del cerebro. A partir de ahí hizo un mapa: en el lóbulo parietal veían luces, en otra parte se le movía un brazo… Descubrió que en el cerebro hay dos córtexs donde está el cuerpo representado, que cada parte está dedicada en exclusiva a parte del cuerpo, pero esta parte por dimensión no se corresponde con las del cuerpo sino que se corresponde con la complejidad motriz y sensitiva. Por ejemplo, dicho pulgar ocupa más “cerebro” que todo el tronco. Penfield realizó una figura humana, pero siguiendo las proporciones que cada parte de nuestro cuerpo tiene en el cerebro. El resultado es una figura “deforme”, con grandes ojos y boca, cuerpo pequeño… A partir de esa idea, pregunté a personas qué percepción tenían de las diferentes partes de su propio cuerpo. A partir de ahí he dibujado su homúnculo, que representa cómo ellos se perciben. Los que presento aquí, Kate Moss y Barack Obama, son fabulaciones de este homúnculo.